Tailandia: mi experiencia con elefantes.
- Alejandra Busiello
- Jun 30, 2021
- 3 min read

En mi viaje a Tailandia, Camboya y Vietnam con 4 amigos, una de las motivaciones importantes era seguir incursionando en destinos exóticos, al menos un poco diferentes cultural y socialmente de los que ya había conocido.
Investigando las posibilidades de paseos, encontré información de que Tailandia era uno de los lugares más populares para experimentar una vivencia cercana con elefantes.
Además de haber visto elefantes en el zoológico de Montevideo cuando era niña, mi otro acercamiento a estos animales había sido en Jaipur (India). En esa oportunidad, había subido a una especie de “canasta” colocada sobre el lomo del elefante y el animal me transportó en subida por una pasarela hacia la parte más alta del Fuerte Amber. Debo confesar que en ese momento no pensé en las connotaciones que podía conllevar el entrenamiento de los elefantes para cargar con los humanos varias veces al día ascendiendo y descendiendo el fuerte.
Pocos años después, es mucho más claro y las personas estamos más concientizadas de la injusticia del maltrato animal, de lo bárbaro que puede implicar el encierro en un zoológico y del uso indiscriminado de los animales con fines puramente turísticos.
Con esta última idea en mente, fue que comencé a investigar la posibilidad de tener una experiencia de interacción con elefantes en Tailandia en circunstancias que no fueran crueles con ellos.
Fue así que encontré muchísimas páginas web promocionando parques y reservas de elefantes, en las que era permitido montarlos y pasear con ellos por la selva. La mayoría de ellos se hallaban en las inmediaciones de Chiang Mai, en el norte, ciudad que yo había seleccionado en nuestro itinerario. Luego, indagando un poco más y leyendo decenas de comentarios y denuncias de viajeros, descubrí que en casi todos los casos, los elefantes eran sometidos a golpes y pasaban por otros castigos como privación de comida, hasta que aprendían a ser sumisos y permitir ser montados por las personas o hacer malabarismos o actividades circenses.
Claramente no era lo que yo quería, así que seguí estudiando por Internet y encontré 2 o 3 lugares en Phuket (que también estaba en nuestro periplo) que se dedicaban a rescatar a elefantes maltratados y los compraban a sus antiguos dueños, para darles una segunda oportunidad de vivir y reproducirse serenamente en una reserva natural con la mayor libertad posible.
Elegí uno de ellos para realizar una visita, que se llama Elephant Jungle Sanctuary Phuket.
Les puedo decir honestamente que fue una de las más increíbles y mejores experiencias de mi vida.
Una vez que llegamos al lugar, nos dieron una charla explicativa sobre los cuidados que requieren los elefantes, su alimentación, la atención veterinaria que reciben y sus actividades diarias. El paseo está limitado a 15 personas y te proveen de un traje y botas adecuadas, además de darte un casillero donde guardar la ropa que llevas puesta. También hay baños con duchas para poder usarlas al final del paseo y antes de retirarte.
Están permitidas las fotos y los cuidadores son muy amables y no tienen inconvenientes en tomar fotos a los turistas mientras interactúan con los elefantes.
Naturalmente, la idea es que las personas nos adaptemos a la rutina de los animales y no al revés. El lugar es un entorno natural rodeado de selva y los elefantes deambulan libremente. Está estrictamente prohibido montarlos, porque ese es uno de los factores que les genera estrés.
Los humanos podemos adentrarnos en la selva (lo cual hice) y caminar con cuidado junto a ellos, observándolos y si queremos, tocándolos suavemente. Hay algunos galpones donde se pueden refugiar de la lluvia si desean y donde dos elefantas descansaban y amamantaban a sus crías, dos bebés de 3 meses. Fue absolutamente enternecedor.
Tuve también la chance de preparar una mezcla de forraje que consumen y además alimentar a 2 elefantes adolescentes que se acercaron amistosamente cuando les ofrecí bananas y las tomaron con la trompa delicadamente de mi mano. Les encanta las frutas.
Estuve también mirando largo rato a una familia completa de elefantes jugando en el agua del lago que se encuentra allí.
Luego del almuerzo típico tailandés que nos ofrecieron (no me convertí en fanática de la comida tailandesa, por cierto) y en el que pude aprender un poco más durante la charla con los cuidadores, se nos permitió meternos en el lago con los elefantes y bañarnos con ellos. En caso de que los elefantes manifiesten incomodidad con la proximidad de las personas, inmediatamente las personas deben retirarse y dejarles espacio. El principio en todo momento es respetar los tiempos y espacios de los animales, ellos son la prioridad.
Estuve cerca de media hora acariciando a uno de ellos y aplicándoles lodo (que los humecta); la piel de los elefantes es rugosa, pero muy agradable al tacto.
En verdad son animales muy nobles y sentí una comunicación especial con ellos.
Terminó la jornada y me fui feliz, llena de energía positiva, habiendo cosechado una vivencia inolvidable y maravillosa, que recomiendo ampliamente. https://elephantjunglesanctuary.com/phuket/



















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